lunes, 6 de octubre de 2025

Lo que hacemos con regularidad refleja nuestras reales prioridades.

 

Artículo publicado en Los Tiempos Newspaper - Miami, Florida USA Sept - Octubre 2025

Miguel A. Terán

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Las prioridades definen el nivel de compromiso, enfoque, tiempo y esfuerzo que dedicamos a algo o alguien. “La acción expresa prioridades”, decía el político y pensador hindú Mahatma Gandhi.  Si queremos conocer las prioridades de alguien solo hace falta observar a qué dedica su tiempo y recursos.

Existen quienes se engañan a sí mismos, convenciéndose de cumplir o enfocarse en sus prioridades, aunque con quienes comparten a diario reconocerán que sus prioridades parecen ser otras.  Cuando compartimos con personas en lo familiar, afectivo, laboral o social, es importante conocer sus prioridades, para no gastar tiempo ni desgastarnos en esfuerzos, ejecutando actividades que las otras personas realmente no valoran.


Somos seres de hábitos y algunos de éstos reflejan nuestras prioridades de vida. Sin embargo, los hábitos se pierden poco a poco y, con la pérdida de éstos, también cambian algunas prioridades. Tengamos presente que nuestros hábitos y pasatiempos tendrán consecuencias positivas o negativas en nuestro presente y futuro, ya que muchos de éstos nos roban valioso tiempo. Debemos escogerlos sabia y equilibradamente para que sean de esparcimiento, descanso y utilidad.

La palabra mágica en nuestra vida siempre será equilibrio, para no inclinar la balanza hacia el exceso o el defecto en una alguna actividad, evitando de esa manera el consecuente desbalance. Es importante comprender que disponemos de 24 horas al día, ni una más ni una menos, durante las cuales debemos distribuir todas las responsabilidades y actividades de acuerdo con la prioridad que hemos otorgado a cada una.

Si establecemos y llevamos un control y registro de las actividades que realizamos a diario, junto al tiempo dedicado a cada una las mismas, quizá por espacio de una semana de actividad regular o un poco más de tiempo, para mayor precisión estadística, podríamos sorprendernos con la real distribución y uso que hacemos de nuestro tiempo. Allí aparecerán, mejor definidas que con las palabras, cuáles son nuestras reales prioridades de vida.  

Si consideramos nuestra vida un círculo (360°) dividido en triángulos que representan los diferentes aspectos de esta, tales como familia, trabajo, estudio, amistad, sociedad, diversión, deporte, ocio, espiritualidad, y otros más, esos triángulos tendrán diferente tamaño dependiendo de la importancia, prioridad y tiempo que otorgamos a cada aspecto. 

Entonces, no será posible ampliar el área de alguno de ellos, otorgando prioridad, importancia y tiempo, sin disminuir el área de otro u otros. Ese parece un reto continuo en el transcurrir de la vida, porque los referidos triángulos varían de importancia y tamaño dependiendo de cada etapa. El problema se hará critico en el tiempo, cuando pasan las etapas de vida y continuamos conservando desequilibrios, que más adelante serán irreparables

Expresaba el escritor estadounidense Mark Twain, que “Nadie se libera de un hábito o de un vicio tirándolo de una vez por la ventana; hay que sacarlo por la escalera, peldaño a peldaño”. Al bajarlos de golpe, es factible posteriormente recuperarlos, tanto los hábitos buenos como los malos. Por el contrario, al tomarse el tiempo, esfuerzo y -tal vez- dolor para bajarlos, peldaño a peldaño, se pueden perder para siempre al aparecer nuevas prioridades y hábitos. 

Igualmente, debemos ser en extremo cuidadosos para no cambiar nuestras prioridades vitales por razones circunstanciales, porque algunas veces –transcurrido el tiempo- no son reversibles. Una vez superada la circunstancia, no siempre es factible recuperar la prioridad, porque otras circunstancias y variables pueden haber cambiado. Un ejemplo común ocurre, cuando abandonamos los estudios para atender alguna necesidad económica; ocurre que luego se adquieren otros compromisos, responsabilidades y hábitos que hacen difícil retomar la prioridad original.   

Un experto financiero recomendaba revisar los estados de cuenta del banco y de las tarjetas de crédito, por un lapso mínimo de tres meses, porque allí aparecerán definidas nuestras reales prioridades, independientemente, que nosotros expresemos y consideremos tener otras. 

El escritor, consultor y orador estadounidense Stephen Covey, recomendaba “Tienes que decidir cuál es tu máxima prioridad y tener el coraje de decir “no” a otras cosas”. Pretender estar bien “con Dios y con el Diablo” nos desenfoca de nuestras prioridades, agotándonos y haciendo que perdamos el rumbo. «La felicidad se alcanza cuando, lo que uno piensa, lo que uno dice y lo que uno hace están en armonía», afirmaba el mismo Mahatma Gandhi.   

Las excusas y justificaciones pretenden mantener vivas algunas prioridades, que en la realidad ya no lo son.  Es un hecho, que nuestras prioridades definirán nuestras decisiones, acciones y el lugar al cual llegaremos. En otras palabras, nuestras prioridades de ayer nos han traído hasta donde estamos hoy; y nuestras prioridades de hoy, nos llevarán a donde estaremos mañana. Las prioridades son las progenitoras de nuestro futuro, por tanto, si las cambiamos todo cambiará.  

Debemos estar convencidos que, más temprano que tarde, recogeremos lo que sembramos. No será cuestión de buena o mala suerte, será más de hábitos y prioridades.  Es sano priorizar con un equilibrado criterio, comprendiendo los beneficios y consecuencias futuras de nuestras decisiones y acciones presentes, pero luego de esa escogencia debemos disfrutar de lo que priorizamos.  

miércoles, 10 de septiembre de 2025

El Valor de un “Me Gusta” o “Like” en Redes Sociales - Miguel A. Terán


Artículo publicado en Los Tiempos Newspaper - Miami, Florida USA Agosto - Septiembre 2025.Miguel A. Terán

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Es un hecho que Internet y las redes sociales han llegado como un violento desarrollo tecnológico, que anticipa y supera ampliamente al desarrollo humano de quienes las utilizamos; por lo cual, es fácil anticipar el -ya visible- daño y los desequilibrios que puede ocasionar en nuestro desarrollo e interacción como seres humanos y sociales. La tecnología, en general, avanza exponencialmente, mientras que el desarrollo humano y social es en extremo lento. Quizá podemos considerar que hasta hemos retrocedido en algunos aspectos relacionados con sanos valores y convivencia social.

Algunas décadas atrás Albert Einstein, expresaba similar preocupación, con el diferente ritmo de avance que él percibía entre lo tecnológico y lo humano, a través de las siguientes palabras: "!Triste época la nuestra! Es más fácil desintegrar un átomo que superar un prejuicio".


En especial, las redes sociales han generado múltiples distorsiones en nuestra percepción personal y social. Promueven versiones idealizadas de la realidad que alteran nuestra autoimagen, cuestionar y debilitan valores, y fomentan inseguridades. En este entorno, se crean competencias interminables, cuestionables y dependencias emocionales, donde los “Me gusta” o “Likes” alimentan un deseo constante de aprobación externa, afectando profundamente la autoestima de los usuarios.

Hace algún tiempo escuche a unos adolescentes comentar, que para lograr un “Me Gusta” o “Like” a sus publicaciones en redes sociales, casi de manera obligatoria debían dar muchos “Me Gusta” o “Like” a todo lo que publican las otras personas en sus redes. El objetivo de ello es recibir como efecto de reciprocidad, intercambio o trueque otros tantos “Me Gusta” o “Like” en lo que ellos publican. En un «Yo te doy un “Me Gusta” o “Like” y tú me das un “Me Gusta” o “Like”», lo que importa es el “Me Gusta” o “Like”, no que leas el contenido de lo enviado y no necesariamente que comentes.

Me quedé impresionado con este tipo de intercambio, porque significa no solo dar ese “Me Gusta” o “Like”, si no solidarizarnos o estar de acuerdo con el contenido de lo publicado, escrito o compartido por la otra persona; independientemente, de que ello esté en línea con nuestra forma de pensar, nuestros valores o, simplemente, sea algo sensato o bueno.

Esta versión, podríamos catalogarla como ciega e ignorante para otorgar un “Me Gusta” o “Like”, en la cual podemos ser “tontos útiles” al aplaudir o aprobar cualquier locura, perspectiva o punto de vista, que ni siquiera hemos leído, mucho menos verificar su veracidad. Gracias a esta irresponsable aprobación las noticias falsas, las descalificaciones de personas o proyectos, y más se reproducen “como pólvora” en las redes sociales.

En todo caso, debemos estar claros que es imposible competir en la búsqueda de “Me gusta” o “Likes” de manera honesta, con aquellos individuos o “influenciadores”, quienes disponen de recursos económicos para pagar softwares de cuentas falsas, cuya función es dar “Likes” y comentar, sin intervención humana. Igualmente, existen servicios de compra de “Likes”, y mucho más, para comprar viralidad y un nombre en las redes sociales.

La otra versión, para actuar en las redes sociales, es la analítica, reflexiva y crítica; y, por supuesto, responsable, donde damos un “Me Gusta” o “Like” o compartimos aquello cuyo contenido lo consideramos veraz y de valor. Pero, en esta versión debemos reconocer que lo importante es la lectura de lo compartido y la verificación de su validez, en diferentes fuentes.

En lo personal, cuando algo que se publica me llama la atención, acostumbro a revisar y buscar referencias en diferente fuente acerca de lo publicado, para verificar la veracidad de la información, antes de creerla o convertirme en un eco de esta. No me gusta ser ese "tonto útil" trabajando para oscuros intereses particulares o para algún irresponsable, compartiendo información falsa, sesgada o manipulada.

Si estoy de acuerdo, doy el respectivo “Me Gusta” o “Like”; por el contrario, si no es un tema que me agrade e interese o estoy en desacuerdo, entonces, simplemente no lo hago, lo paso. En algunas oportunidades, decido comentar las razones de mi acuerdo o desacuerdo, o hago alguna observación o aporte al respecto. En otras, cuando siento que el soporte de quien lo compartió es el “fanatismo” evito una discusión que con toda seguridad será estéril. Pudiendo -inclusive- tomar la decisión de borrar de mis redes sociales lo compartido.

En otras palabras, basado en mis principios y valores, nunca doy un “Me Gusta” o “Like” en solidaridad automática. Creo que una relación de amistad o del tipo que sea debe respetar opiniones, pero también cuestionar o ignorar, entendiendo que todos tenemos derecho a “un momento de locura”. Cuando pedimos a alguien que sea parte de nuestra red de amigos, no podemos considerar o pretender que con la sola aceptación de este nuevo “amigo” estemos comprando su compromiso de “solidaridad” ilimitada hacia nuestras opiniones. 

Es importante tener presente que las cosas no son buenas o malas per se o por sí mismas, porque todo depende de cómo las utilicemos; pero, tristemente, las redes sociales se han prestado para el inadecuado uso. No obstante, está en nuestras manos verificar todo lo que recibimos, para no hacernos solidarios automáticos de cualquier mentira, irrespeto, oscuro interés, plagio o “locura”, que alguien coloca y comparte. Internet nos permite, apenas en segundos, verificar de manera responsable lo que leemos, para garantizar la veracidad del contenido, más aún si consideramos la posibilidad de compartirlo. En conclusión, dar un “Me gusta” o “Like” es el reflejo de nuestras creencias, principios y valores.

jueves, 7 de agosto de 2025

El Dinero: ¿Ángel o Demonio? - Artículo de Miguel A. Terán

Artículo publicado en Los Tiempos Newspaper -Miami, Florida USA Julio - Agosto 2025 

Miguel A. Terán

Psicología, Filosofía y Coaching

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El dinero no es malo y esto debemos enfatizarlo. Pero el dinero tampoco es bueno, porque el dinero es simplemente neutro, ni bueno ni malo. No tiene polaridad, ni positiva ni negativa.  Quienes hacemos del dinero algo positivo o negativo, bueno o malo, sucio o limpio, útil o dañino, somos nosotros mismos, dependiendo de lo que estemos dispuestos a hacer para conseguirlo, conservarlo y aumentarlo, así como de la manera en que -una vez conseguido- lo usamos o utilizamos.


El dinero no es ni debe ser un fin en sí mismo, es solo un medio, como tantos otros medios requeridos o utilizados para lograr los verdaderos fines. Es un hecho que quien llega a convertir al dinero en un fin, será atrapado por la avaricia, uno de los Siete Pecados Capitales. El avaro no solo desea poseer o disfrutar, sino atesorar sin límite. El problema con atesorar es que nunca será suficiente, porque el avaro siempre está pensando en el futuro, y ante la incertidumbre de ese futuro, la opción de atesorar es lo único que le proporciona esa falsa “tranquilidad”.

Tristemente, ocurre con mucha frecuencia, que una vez que lo obtenemos nos olvidamos de cuando no lo teníamos, y con ese olvido perdemos la humana sensibilidad por quien carece de dinero, acostumbrándonos a mirar hacia otro lado para evitar cualquier muestra de solidaridad. Esa misma sensibilidad y solidaridad que buscábamos y esperábamos de otros cuando no lo teníamos.

El famoso escritor francés, Alejandro Dumas, decía: “No estimes el dinero en más ni en menos de lo que vale, porque el dinero es un buen siervo y un mal amo”. El dinero es uno de los vicios más fuertes que afectan al ser humano, superando a las drogas. El deseo de dinero, junto al deseo de poder, parece no tener límite. 


Refiere John C. Maxwell en uno de sus libros, que al empresario estadounidense John D. Rockefeller, quien llegó a ser uno de los hombres más ricos del mundo, en una oportunidad le preguntaron “¿Cuánto dinero necesitaría para quedar satisfecho?”, y su respuesta fue “Solo un poco más”, unas palabras que lo condenaron a buscar y acumular dinero hasta el día de su muerte. Fue una víctima de su propia fortuna.

El filósofo chino Confucio consideraba que “Algún dinero puede evitarnos preocupaciones; pero mucho dinero, las atrae”. A quienes les atrapa la obsesión del dinero o de lo material, estarán siempre más preocupados por lo que le falta o por cuidar lo que tienen que por disfrutarlo. "Quien no está preso de la necesidad, está preso del miedo: unos no duermen por la ansiedad de tener las cosas que no tienen, y otros no duermen por el pánico de perder las cosas que tienen", expresaba el escritor uruguayo Eduardo Galeano.

Comenzamos siendo dueños del dinero, hasta que le damos tanto poder e importancia en nuestra vida, que se convierte en nuestro amo. A partir de ese momento dejamos de vivir para nosotros y comenzamos a vivir para él. A través del tiempo, muchos sabios y pensadores han llegado a reconocer al dinero como una nueva forma de esclavitud.

El famoso músico, guitarrista y compositor jamaiquino Bob Marley consideraba que “El dinero son números y los números nunca finalizan. Si se necesita dinero para ser feliz nuestra búsqueda de la felicidad nunca acabara”. Porque es cierto que “La riqueza es como el agua salada; cuanto más se bebe, más sed da”, tal y como lo expresaba el filósofo alemán Arthur Schopenhauer.

Detrás de drogas, licor, juegos, vicios y apegos en general, está el vacío interior de las personas, quienes –de manera equivocada- tratan de llenarlo externamente. Nos recordaba el fallecido actor Robin Williams que "La cocaína es la manera que tiene Dios de decirte que estás ganando demasiado dinero".

Caer en la pobreza nos aleja y hace perder contacto con el dinero y la paz que éste representa, al impedir que disfrutemos de condiciones humanas de vida; por lo cual, no debería ser una alternativa válida para ningún ser humano. Por el contrario, tener demasiado dinero tampoco es sano, ya que nos aleja de otros aspectos importantes para vivir.

El adecuado balance entre nivel de vida y calidad de vida es ese punto de equilibrio que debemos cuidar con celo, porque es fácil perderlo en el camino. "Si soy lo que tengo y lo que tengo lo pierdo, entonces ¿Quién soy?”, expresaba el psicólogo y filósofo alemán Eric Fromm.

Enseñemos a nuestros hijos el valor de las personas, el esfuerzo y las cosas, pero enseñémosles a vivir en valores, para que no solo se preocupen por el precio, ya que no todo en la vida tiene una etiqueta y –definitivamente – lo que realmente vale en la vida parece no tener precio.

Debemos luchar para lograr la adecuada armonía, balance y equilibrio entre lo material, humano y espiritual, evitando que la búsqueda ilimitada de un nivel de vida disminuya o acabe con la calidad de nuestra vida. Recordemos que “El camino al infierno parece el cielo”.

El reto es llegar a ser individuos de valor por lo que aportamos y por la buena huella que dejan nuestras acciones, y no solo valorarnos o reconocernos por lo que tenemos. En conclusión, somos nosotros mismos quienes hacemos al dinero un ángel o un demonio en nuestras vidas.

Este artículo fue escrito por el autor sin uso ni apoyo de Inteligencia Artificial (IA)

jueves, 22 de mayo de 2025

¿A quién admiramos?- Miguel A. Terán

 

Artículo publicado en Los Tiempos Newspaper - Miami, Florida USA Mayo -Junio 2025

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Parece que los seres humanos siempre hemos buscado modelos y ejemplos, como guía a seguir para orientar el rumbo de nuestras vidas. Un modelo para seguir ayuda a formar la identidad y a definir un propósito en la vida, especialmente en los niños y jóvenes, porque ellos son las semillas de las mujeres y hombres del mañana.

Esos primeros modelos, generalmente, han sido nuestros padres, maestros y los adultos significativos, que nos rodean durante nuestro desarrollo y crecimiento. Más adelante copiamos modelos de nuestros amigos y compañeros de estudio, profesores y supervisores, cuando entramos al mundo laboral.


Uno de los problemas del modelo que seguimos, con la excepción tal vez de nuestros padres con quienes hemos convivido, es que generalmente conocemos solo una parte de ese modelo; en muchas oportunidades, quizá solo su estilo de vida y lo superficial, como un iceberg al cual únicamente podemos ver la punta. Sus tragedias internas, hábitos, tendencias y adicciones, van apareciendo por el camino. 

El “modelo” mediático, creado por especialistas, es en realidad un pseudo o falso modelo, que nos es ofrecido y vendido como un modelo a seguir a través de los medios sociales y de comunicación. Es un hecho que las llamadas celebridades influyen en el comportamiento de muchos individuos, imponiendo patrones de conducta, consumo, estereotipos y apariencia, no siempre positivos.

Muchos individuos de “éxito” artístico, deportivo, profesional, financiero, empresarial, en redes sociales o de otro tipo, no han llegado a desarrollar ni el mínimo grado o nivel de conciencia acerca de su enorme responsabilidad social, desconocen el efecto de sus patrones de conducta, estereotipos, apariencia e imagen, en la distorsión de principios y valores, en aquellos que les siguen.

Algunos de esos modelos han encontrado atajos para sus logros, buscándolos a como dé lugar, a la mayor velocidad y con el mínimo esfuerzo, lo cual deja una pésima enseñanza en quienes les siguen.

Modelos fabricados que constituyen simples herramientas de una actividad lucrativa de negocios; por ello, son inconsistentes, en actitudes, palabras, acciones, conductas, y todo lo que hacen, apuntan hacia “algo” que ni los mismos modelos, que a su vez son víctimas de su propio personaje o “éxito”, tienen idea de donde les llevará su desacertado estilo de vida. 

Muchos de estos “héroes”, que si bien es cierto podríamos admirar e idealizar en ellos algunas aptitudes artísticas, musicales, deportivas u otras, no siempre son buenos modelos para imitar. Es una realidad que para muchos individuos el problema de la vida no ha sido solo comenzar, sino saber cuándo y dónde detenerse, para no llevar una vida sin límites.

Parece que solo hace falta una campaña de mercadeo bien financiada, para lograr que alguien, con alguna particular “aptitud, habilidad o característica física”, haga adicionalmente algunas cosas extravagantes, y listo, ya surge un nuevo modelo o héroe a seguir. Desgraciadamente, las cosas no se quedan allí, porque esos individuos marcan tendencias en el vestir, en la música, en el lenguaje y en estilos de vida, impactando y afectando la vida de muchos. 

Ante la ausencia de los modelos o héroes tradicionales niños, adolescentes, jóvenes y adultos, han salido en búsqueda de esos “modelos” o “héroes” detrás de un extraño muñequito de TV, un deportista, un artista, un cantante, un influenciador, un gurú, etcétera. El mercadeo fabrica héroes y modelos a diario, porque al éstos tener “pies de barro” caen pronto, ahogados en su propio lodo, pero ya uno nuevo está en el horno, porque el negocio debe continuar. Un modelo para seguir, con estas características, perjudica e incluso atrofia o desvirtúa el normal desarrollo de niños y adolescentes, y los resultados se harán visibles en los adultos de las nuevas generaciones.

El escritor argentino Jorge Luis Borges, uno de los más destacados escritores de la literatura del siglo XX, con la acostumbrada irreverencia de sus palabras, dijo una vez: “En mi tiempo no habían Best-Sellers y no podíamos prostituirnos. No había quien comprara nuestra prostitución”.

En su libro Los Siete Pecados Capitales expresa el filósofo español Fernando Savater que “La cultura hoy tiene sentido comercial e ingresa en los grupos que la consumen si es “nueva” […] Buda se desdibuja en anécdotas triviales, pero triunfa el gurú de turno que encanta a señoras y hombres que ven en sus palabras, aderezadas por el marketing una oportunidad para encontrar un nuevo camino en sus vidas o, por lo menos, algo para comentar con sus amigos”.

En la crianza, educación y formación de nuestros hijos no existen decisiones, ejemplos o acciones neutras, porque todo lo que hacemos o dejamos de hacer, los educa o los maleduca, los forma o los deforma. Es necesario evitar que nuestras mismas actitudes y conductas sean el ejemplo que «maleduque o deforme» a nuestros hijos. Entonces, seamos siempre el mejor ejemplo y no hará falta ser el mejor crítico. 

No se trata de culpar solo a lo que ocurre en el mundo y permanecer pasivos, como víctimas de nuestras circunstancias. Se trata de que padres, maestros y supervisores, entiendan su importante y vital rol como modelos y ejemplo, para que ofrezcan alternativas de armonía, balance y equilibrio, en mentes, corazones y espíritu de sus hijos, alumnos o supervisados, de manera tal que éstos alcancen una vida interna radiante y nutritiva, evitando que busquen fuera de ellos a falsos ídolos, ilusiones y sueños.   

Los verdaderos héroes de nuestras sociedades muchas veces son invisibles ante las miradas banales de la gente, aunque sus acciones y logros dejen positiva y eterna huella en personas y sociedades. 

Este artículo fue escrito por el autor sin uso ni apoyo de Inteligencia Artificial (IA)

domingo, 27 de abril de 2025

La importancia de comparar con adecuado y amplio criterio - Miguel A. Terán

 Artículo Publicado en Los Tiempos Newspaper, Miami, Florida USA Abril- Mayo 2025

La palabra comparar refiere esa actividad o proceso de análisis de una cosa, persona, suceso, circunstancia, momento, etcétera, para establecer semejanzas o diferencias con otra. No obstante, comparar es una palabra de valor relativo, ya que por sí sola no es decisiva, debido a que requiere relacionarse con escoger o elegir, para tomar alguna opción entre las alternativas disponibles, y esa escogencia o elección es la razón real de comparar. En otras palabras, no podemos comparar contra nada, tenemos que comparar contra algo. Nuestras decisiones están basadas en comparaciones.




La razón básica de comparar es para escoger una persona, un producto o servicio, un punto de vista, una opinión, y todo lo que podamos comparar nos da argumentos para escoger. Sin embargo, el proceso de comparar para escoger es complejo, ya que requiere que tomemos una visión o perspectiva amplia y completa de lo que estamos comparando.

Escoger alguna alternativa significa eliminar otras, pero la calidad de la eliminación dependerá de la calidad del análisis y evaluación de los aspectos o elementos que estamos comparando. Muchas escogencias, elecciones y eliminaciones se soportan en creencias y paradigmas, que representan sesgos que alteran, impiden o distorsionan la posibilidad de realizar un proceso de comparación objetivo.

Es válido aclarar que la variedad de opciones para escoger es lo que nos ofrece alternativas. Sin embargo, no podemos engañarnos sintiendo que tenemos la libertad y muchas oportunidades de escoger entre “alternativas u opciones prefabricadas”. Por ejemplo, poder escoger entre treinta tipos de cigarrillos, en vez que, entre dos tipos, no significa que la real alternativa sea entre dejar o continuar con un vicio; sino, simplemente, escoger entre muchas alternativas la opción a la cual le permitiremos que nos enferme, y posiblemente nos lleve a tumba.


Las comparaciones siempre son incompletas, porque es imposible verificar todos los detalles y variables, para hacerlo de manera justa y equilibrada. Aunque, sin duda, esos sesgos en las creencias y paradigmas nos impiden reconocer muchos aspectos o elementos de importancia, vitales para realizar una adecuada escogencia. De hecho, muchas veces, simplemente cambiamos de persona, de objeto o de circunstancia, pero continuamos realizando similares escogencias. En otras palabras, podemos cambiar un monstruo por otro monstruo, porque simplemente comparamos y escogemos entre monstruos.

Es importante aclarar que para comparar con buen criterio debemos tomar una ubicación, un punto de vista, de referencia o perspectiva, desde el cual observamos, evaluamos y comparamos. Entonces, vale repetir, que las comparaciones siempre serán incompletas, sesgadas y hasta desvirtuadas, porque dependen de muchos aspectos y con seguridad solo conocemos y consideraremos unos pocos.

Para comparar equilibrada y sanamente debemos ver y escuchar, con amplitud y variedad. No podemos ampliar nuestro punto de vista ni perspectiva escuchando lo mismo, leyendo lo mismo y viendo lo mismo.  Un error común cometido por muchas personas es hacerse acompañar o rodearse de aquellos individuos quienes les dicen solo lo que desean escuchar.  Esté equivocado hábito terminará aislándoles de la realidad y confirmándoles solo su particular versión de esa realidad.  Cada persona y sociedad tienen su propia y particular historia, a través de la cual se han moldeado patrones de actitudes y conductas.   

Hay que reconocer que “Un martillo será considerado como muy bueno al martillar, pero será pésimamente evaluado si pretendiera utilizarlo como destornillador”. La educación escoge sobre “patrones estandarizados” previamente por el sistema, sin considerar individualidades en potenciales ni intereses, simplemente todos metidos en la misma canasta. Adicionalmente, muchas escogencias se hacen en automático, por hábitos, solo con la referencia de que así lo hemos hecho anteriormente o siempre. Algunas escogencias se heredan sin cuestionar.

Hasta al comparar manzanas con manzanas y peras con peras, cuando estamos de compras, lo hacemos solo desde la impresión visual; pero luego, en casa podremos verificar la realidad, expresada en su sabor, textura y darnos cuenta -con frustración- que tal vez se deterioran o pudren muy rápido. Entonces, la comparación inicial fue incorrecta, porque había muchos otros aspectos no verificables en el momento de la escogencia. No obstante, escoger la próxima vez desde la experiencia reflexionada y analizada, nos permitirá hacerlo mejor.

La comparación, en muchos casos, nos lleva a la tóxica crítica. Acostumbramos a criticar conductas y hechos, pero somos tan simples, que no criticamos las ideas que subyacen a esas conductas o hechos. Vemos lo superficial de algunas decisiones y acciones, y pasivamente las aceptamos, sin comprender su impacto y consecuencias a mediano y largo plazo. Hay mucha comparación que podríamos denominar “cosmética”, por su nivel de superficialidad. Por ello, actuamos más como criticones que como críticos, ya que una posición crítica requeriría amplitud y profundidad en la evaluación de las variables consideradas.

Comparar y escoger no debe siempre representar “vender el alma a lo escogido”, ya que lo escogido debe cumplir las expectativas que nos generó para que podamos ser consecuentes con la escogencia y repetirla. La opción de considerar otras alternativas, cuando las expectativas no se cumplen, debe ser siempre un derecho de todos, ya que “errar es de humanos” y “corregir es de sabios”.

Nuestros modelos de comparación deben ser amplios y estar continuamente en ajuste y cambio, ya que todo está en continuo cambio y no podemos comparar y escoger con obsolescencia de criterio ni de modelos. Nuestro éxito en la vida dependerá de las buenas y sabias comparaciones, escogencias y elecciones que hagamos de las alternativas y oportunidades que nos rodean. 

Este artículo fue escrito por el autor sin uso ni apoyo de Inteligencia Artificial (IA)