Artículo publicado en Los Tiempos Newspaper - Miami, Florida USA Sept - Octubre 2025
Miguel A. Terán
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Las prioridades definen el nivel de compromiso, enfoque, tiempo y esfuerzo
que dedicamos a algo o alguien. “La acción expresa prioridades”, decía el
político y pensador hindú Mahatma Gandhi. Si queremos conocer las prioridades de alguien solo hace falta observar a
qué dedica su tiempo y recursos.
Existen quienes se engañan a sí mismos, convenciéndose de cumplir o enfocarse en sus prioridades, aunque con quienes comparten a diario reconocerán que sus prioridades parecen ser otras. Cuando compartimos con personas en lo familiar, afectivo, laboral o social, es importante conocer sus prioridades, para no gastar tiempo ni desgastarnos en esfuerzos, ejecutando actividades que las otras personas realmente no valoran.
Somos seres de hábitos y algunos de éstos reflejan nuestras prioridades de
vida. Sin embargo, los hábitos se pierden poco a poco y, con la pérdida de
éstos, también cambian algunas prioridades. Tengamos presente que nuestros hábitos y
pasatiempos tendrán consecuencias positivas o negativas en nuestro presente y
futuro, ya que muchos de éstos nos roban valioso tiempo. Debemos escogerlos
sabia y equilibradamente para que sean de esparcimiento, descanso y utilidad.
La palabra mágica en nuestra vida siempre será
equilibrio, para no inclinar la balanza hacia el exceso o el defecto en una
alguna actividad, evitando de esa manera el consecuente desbalance. Es
importante comprender que disponemos de 24 horas al día, ni una más ni una
menos, durante las cuales debemos distribuir todas las responsabilidades y
actividades de acuerdo con la prioridad que hemos otorgado a cada una.
Si establecemos y llevamos un control y
registro de las actividades que realizamos a diario, junto al tiempo dedicado a
cada una las mismas, quizá por espacio de una semana de actividad regular o un
poco más de tiempo, para mayor precisión estadística, podríamos sorprendernos
con la real distribución y uso que hacemos de nuestro tiempo. Allí aparecerán,
mejor definidas que con las palabras, cuáles son nuestras reales prioridades de
vida.
Si consideramos nuestra vida un círculo (360°) dividido en triángulos que
representan los diferentes aspectos de esta, tales como familia, trabajo,
estudio, amistad, sociedad, diversión, deporte, ocio, espiritualidad, y otros
más, esos triángulos tendrán diferente tamaño dependiendo de la importancia,
prioridad y tiempo que otorgamos a cada aspecto.
Entonces, no será posible ampliar el área de
alguno de ellos, otorgando prioridad, importancia y tiempo, sin disminuir el
área de otro u otros. Ese parece un reto continuo en el transcurrir de la vida,
porque los referidos triángulos varían de importancia y tamaño dependiendo de
cada etapa. El problema se hará critico en el tiempo, cuando pasan las etapas
de vida y continuamos conservando desequilibrios, que más adelante serán
irreparables
Expresaba el escritor estadounidense Mark Twain, que “Nadie se libera de un
hábito o de un vicio tirándolo de una vez por la ventana; hay que sacarlo por
la escalera, peldaño a peldaño”. Al bajarlos de golpe, es factible
posteriormente recuperarlos, tanto los hábitos buenos como los malos. Por el
contrario, al tomarse el tiempo, esfuerzo y -tal vez- dolor para bajarlos,
peldaño a peldaño, se pueden perder para siempre al aparecer nuevas prioridades
y hábitos.
Igualmente, debemos ser en extremo cuidadosos para no cambiar nuestras
prioridades vitales por razones circunstanciales, porque algunas veces
–transcurrido el tiempo- no son reversibles. Una vez superada la circunstancia,
no siempre es factible recuperar la prioridad, porque otras circunstancias y
variables pueden haber cambiado. Un ejemplo común ocurre, cuando abandonamos
los estudios para atender alguna necesidad económica; ocurre que luego se
adquieren otros compromisos, responsabilidades y hábitos que hacen difícil
retomar la prioridad original.
Un experto financiero recomendaba revisar los estados de cuenta del banco y
de las tarjetas de crédito, por un lapso mínimo de tres meses, porque allí
aparecerán definidas nuestras reales prioridades, independientemente, que
nosotros expresemos y consideremos tener otras.
El escritor, consultor y orador estadounidense Stephen Covey, recomendaba
“Tienes que decidir cuál es tu máxima prioridad y tener el coraje de decir “no”
a otras cosas”. Pretender estar bien “con Dios y con el Diablo” nos desenfoca
de nuestras prioridades, agotándonos y haciendo que perdamos el rumbo. «La
felicidad se alcanza cuando, lo que uno piensa, lo que uno dice y lo que uno
hace están en armonía», afirmaba el mismo Mahatma Gandhi.
Las excusas y justificaciones pretenden mantener vivas algunas prioridades,
que en la realidad ya no lo son. Es un hecho, que nuestras prioridades
definirán nuestras decisiones, acciones y el lugar al cual llegaremos. En otras
palabras, nuestras prioridades de ayer nos han traído hasta donde estamos hoy;
y nuestras prioridades de hoy, nos llevarán a donde estaremos mañana. Las
prioridades son las progenitoras de nuestro futuro, por tanto, si las cambiamos
todo cambiará.
Debemos estar convencidos que, más temprano que
tarde, recogeremos lo que sembramos. No será cuestión de buena o mala suerte,
será más de hábitos y prioridades. Es sano priorizar con un equilibrado
criterio, comprendiendo los beneficios y consecuencias futuras de nuestras
decisiones y acciones presentes, pero luego de esa escogencia debemos disfrutar
de lo que priorizamos.